En esta entrada quisiera platicarles no tanto del
modelo Montessori, sino de las dificultades que tuvimos para encontrar una primaria que siguiera al 100% el
modelo Montessori.
Falta prácticamente una semana para que comiencen las clases, y como tal estuvimos varios días considerando nuevas escuelas ahora que el más pequeño de mis hijos va entrar a la primaria.
En preescolar, tuve la fortuna de conocer a una excelente maestra comprometida al 100% con la educación de los niños y con mucha experiencia. Era una Guía
Montessori que nos apoyó mucho y fue una excelente experiencia tanto para nosotros como padres como para nuestro hijo. De hecho mi niño aún nos pregunta si podrá visitar a su maestra en el futuro.
Pensando en que nuestro hijo continuara con este tipo de educación y ambiente, buscamos primarias con sistema
Montessori cerca del rumbo, a pesar de la advertencia que ya nos había hecho nuestra querida maestra:
"En primaria el sistema Montessori no funciona, no se aplica al 100% debido a la incorporación de la SEP".
Aún así decidimos buscar y el resultado fue terriblemente frustrante.
El primer obstáculo era el costo. Las primarias con sistema
Montessori son caras, los precios pueden ir desde $3700 la colegiatura mensual (de las cuotas más baratas) hasta $15,000 para las familias más pudientes. Esto sin contar con el costo anual de inscripción que puede ser de cinco mil a ocho mil pesos por niño en las escuelas "baratas". En la mayoría no hay ningún tipo de descuento o si lo hay es mínimo, las becas son las que otorga la SEP y hay que cursar todo un año antes de pedir una. No hace falta mencionar que hay pocas becas y éstas son muy demandadas.
Llegamos a la conclusión de que el sistema
Montessori es sólo para familias adineradas. Aún así, estábamos dispuestos a hacer un sacrificio económico si el ambiente educativo sería similar a lo que conocíamos al momento.
En algunas escuelas podíamos decir que sí, el ambiente era exactamente lo que buscábamos, pero los precios estaban fuera de nuestro alcance.
Finalmente nos quedamos entre dos opciones, con precios similares en cuanto a colegiaturas e inscripción. Cabe mencionar que el aspecto económico era importante para nosotros, pues planeábamos inscribir a nuestros dos hijos.
Nuestra primera opción era una escuela en donde los grupos eran de aproximadamente dieciocho alumnos (lo cual indicaba la alta demanda del plantel). Conocíamos algunos padres que habían inscrito ahí a sus hijos y la directora fue muy amable y entusiasta cuando nos entrevistamos con ella. Tenían además varias actividades extra: canto, coro, idioma, computación, etc.
La segunda opción era una escuela muy pequeña, con poco tiempo de haber conseguido la incorporación para el nivel primaria. En toda la primaria no había más de ocho estudiantes y no tenían quinto grado porque aún no llegaban alumnos que lo cubrieran. No tenían las grandes instalaciones y la zona no era residencial como en el resto de las escuelas.
Por increíble que parezca, en el último minuto nos decidimos por la segunda, a pesar de que prácticamente ya teníamos listos todos los papeles y el dinero para inscribir a nuestros niños en la primera escuela.
Lo que nos hizo cambiar de parecer fue lo siguiente:
Exactamente el día en que íbamos a llevar los papeles de inscripción, en la escuela había una junta para los papás con hijos en tercer y cuarto grado. Como estábamos absolutamente seguros de que nuestros hijos se quedarían allí, pensamos que que sería conveniente asistir a la junta y de paso terminar el papeleo de inscripción.
En la junta, pudimos ver realmente como era el ambiente en la comunidad escolar. Los padres soltaban toda clase de quejas sin sentido:
"Mi hija es vegetariana, así que no lleven carne para los desayunos colectivos",
"Por favor usen jamón de pavo y no de cerdo",
"Sí luego luego se ve a quien le tocó el desayuno porque los platos no están lo suficientemente limpios",
"Como se ve que hay gente que compra lo más barato que se encuentra", etc, etc.
Por otro lado la directora de la escuela también mencionó un par de cosas interesantes. Al parecer, tenían tantas actividades extras
"para enganchar a los padres" que no tenían tiempo para cubrir el programa de la SEP y a final de año los alumnos estaban muy presionados. La directora se quejaba también de que muchos estudiantes no seguían los lineamientos del uniforme (a pesar de que en el sistema
Montessori no debe usarse uniforme).
Por último, todas las hojas informativas repartidas ese día tuvieron un costo, y cuando pedimos la lista del material escolar no quisieron darnos copia hasta que no dejáramos el dinero de inscripción.
La sensación que nos llevamos fue la de estar en un lugar tenso, elitista y sin ninguna diferencia a cualquier otra escuela privada que busca dinero. Por esa razón fue corrimos de ese lugar.
Como padres, siempre estamos en busca de "la mejor escuela", ese imaginario en donde los niños egresan como unos geniecillos académicos con la mayor acumulación de conocimientos posible. Y sin darnos cuenta, accedemos a pagar cantidades exorbitantes de dinero con tal de ver ese ideal reflejado en los chicos; pero lo cierto es que en ese afán de buscar lo mejor, nos olvidamos de que hay cosas más importantes como una educación con valores.
Más que enseñarles montones de cosas, los estudiantes deberían educarse en un ambiente que los prepare emocionalmente para cumplir retos en la vida, fijarse metas, proyectos y tener la voluntad de buscar lo necesario para cumplir esas aspiraciones; ideales que serán de esos chicos y no de sus padres. Además, la escuela también debe ser un ambiente en donde se refleje la equidad y el respeto.
Al respecto, uno de los tantos profesores que visitamos tenía el siguiente comentario:
"Muchas escuelas dan docenas de cosas: computación, inglés, francés, danza... Y todo eso sólo para complacer a los padres, los niños lo único que hacen es vivir estresados y presionados. Aquí no nos amoldamos a las exigencias de los padres, educamos los valores con el ejemplo y los preparamos para la vida".
Por cierto, la directora en donde finalmente quedaron inscritos nuestros pequeños, tiene una forma de pensar muy similar:
"Las escuelas de ahora parecen más clubs deportivos que centros de enseñanza. Y se jactan en sus folletos de tener enormes canchas de fútbol, coros que asisten a competencias y equipo de basquetbol; pero dejan de lado la preparación de los estudiantes para la vida, y sobretodo el derecho que tenemos todos a una buena educación".
Esta pequeña escuela no cobra las grandes colegiaturas ni está repleta de actividades extracurriculares, pero mantiene sus principios. Tiene además una historia interesante: Fueron los propios padres quienes pidieron que se abriera la primaria.
Hasta hace poco, este
Montessori sólo tenía "Casa de los niños" (nivel preescolar). Los padres de familia estaban contentos y emocionados de ver los progresos que día a día tenían sus pequeños, y al llegar la graduación quisieron seguir en este sistema.
Al igual que nosotros, hicieron peregrinación para tratar de encontrar un colegio que tuviera los mismos valores e ideales y que fuera accesible económicamente. Y al igual que nosotros, regresaron de esa búsqueda cansados y decepcionados.
Fue así como se abrió la primaria en esta escuela, y hasta la fecha el sistema de trabajo se mantiene igual. Todos los padres de familia colaboran con la escuela para mantener un precio accesible y que todo aquel que lo desee pueda mantener a sus hijos en el sistema, siguiendo la filosofía de que todos tenemos derecho a la educación.
A fin de cuentas, creo que valió la pena esta larga búsqueda y me parece que hicimos la mejor elección. Nuestros chicos ya conocieron la escuela y a sus maestras, y están muy emocionados. Estoy segura de que tendrán un gran año escolar.