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Hijos tiranos

Platicaba hace poco con un policía acerca de los hijos y la escuela, y me llamó la atención un comentario acerca de las exigencias en los centros escolares. Según él, las escuelas enseñan a los hijos a ser exigentes con los padres, los vuelven "hijos tiranos".

Hijos tiranos

Cuando le pregunté por qué pensaba de esa forma, el hombre me contestó que antiguamente (hace quizá unos 40 ó 50 años) las escuelas públicas no pedían tanto material a los estudiantes, y si pedían alguna cosa y los padres no estaban en la posibilidad de adquirirlo no había mayor problema, el material se podía compartir o esperar el tiempo necesario para adquirirlo.

En cambio ahora, las escuelas piden a los hijos exigir a sus padres que compren los materiales porque "es su responsabilidad". No importa si los padres están o no en las mejores condiciones económicas, ellos deben cumplir y el pedido se les hace a través de los hijos.

De manera que la conducta aprendida en la escuela se traspasa a la casa, en donde los hijos también exigen porque es responsabilidad de sus padres dar.

No estoy segura de que las escuelas sean las culpables de que los hijos se conviertan en "hijos tiranos", exigentes y demandantes; pero es un buen punto a discutir. En mi opinión son los padres quienes han perdido el rumbo en cuanto a la educación de sus hijos.

Una buena parte de los padres sufrieron carencias durante su niñez, tanto económicas como emocionales. Vivieron una época en donde los papás tenían siempre la razón sin importar que tan equivocados parecieran estar, también se les exigía a los hijos sin que ellos tuvieran voz ni voto. Lógico es que al crecer y formar sus propias familias, las personas que vivieron durante esta época no quieren que sus hijos vivan una experiencia similar. Además, los padres siempre quieren lo mejor para sus hijos.

Curiosamente, antes eran los padres quienes sabían precisamente qué era mejor para sus hijos, ahora se sienten tan perdidos buscando "lo mejor" que delegan toda su autoridad en cualquier parte menos en ellos mismos. Si la escuela les exige, la escuela tiene razón; si el hijo les exige también por algo será.

Por supuesto no estoy abogando por una tiranía familiar, pero hay que reconocer que en la educación y formación de un ser humano se requieren límites. Los límites dan seguridad y orden en un mundo caótico y confuso, dan confianza y te enseñan a adaptarte a las circunstancias por duras que estas sean. Cuando hay límites existe menos frustración porque sabes hasta dónde puedes llegar, que cosas están permitidas y cuáles no.

Un niño sin límites al que todo se le da, crece inseguro y desafiante a la vez. Inseguro porque nunca sabe qué cosa sucederá, si habrá consecuencias o no. Desafiante, porque tendrá que averiguar por sí mismo hasta donde puede llegar y eso sólo se logra retando a todo el que se interponga sin importar la circunstancia, lo cual es injusto y peligroso para su persona y para la sociedad.

Quizá la escuela contribuya un tanto en este sentido, después de todo antes la figura del maestro era muy respetada porque era autoridad ante sus pupilos. Ahora se excusan diciendo que "no pueden tocar" a los niños porque sus padres los demandan, como si los castigos, regaños y golpes fueran la única forma de poner límites.

¿Qué hacer entonces ante "hijos tiranos"? Tan simple como darles el lugar que les corresponde: ellos son los hijos quienes deben ser protegidos pero a su vez deben aprender cómo funciona el mundo, y ambas cosas sólo se logran siguiendo las reglas de los adultos hasta que ellos crezcan y puedan crear sus propias reglas.

¿Qué hay si la escuela exige? Si la escuela exige los padres son quienes deben negociar con el maestro o la maestra, involucrarse en vez de dejar que los hijos exijan (una obligación que no les corresponde). Los niños no deben ser jamás intermediarios de los asuntos adultos, ellos deben tener sus propias responsabilidades y aunque por supuesto se les debe respetar como personas que son, no deberían tener el poder de exigir cosas materiales a los padres.

¿Y si hay malos padres? Para eso están las instituciones que protegen al infante, y siempre se puede recurrir a ellas.

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