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¿Es posible vencer el fracaso escolar?



Recientemente leí la columna "¿Es posible vencer el fracaso escolar?" de Armando Alcántara Santuario (Diario Milenio del jueves 3 de junio de 2010).

El autor mostraba su preocupación por las consecuencias que tiene el fracaso escolar, el cual se entiende como deserción escolar. No sólo las individuales como el perder oportunidades de empleos y salarios mejores, sino también las sociales, como los costos productivos de tener millones de personas sin la preparación adecuada. Efectivamente, difícilmente se puede aumentar la producción de un país si su población carece de educación.

La deserción se da principalmente al acabar la educación básica, debido por lo regular a la falta de recursos económicos, aunado también al bajo rendimiento escolar.

El bajo rendimiento escolar por cierto, se atribuye a su vez a la falta de recursos materiales y una mala alimentación producto también del bajo nivel adquisitivo.

En resumen: No hay dinero para estudiar, salgo de la escuela. No encuentro un buen empleo debido a mi baja preparación, no tengo recursos financieros suficientes para darles a mis futuros hijos una buena educación. El ciclo se repite y todos perdemos. Pierden los mexicanos, las empresas, el gobierno... el País.

La paradójico de todo esto, es que a los que llegan a los niveles medio superior y superior tampoco les va muy bien. Muchos universitarios al titularse no encuentran empleo. Y una de las razones socorridas para no contratarlos, es que los empresarios no pueden pagar los salarios que merece alguien con ese grado de preparación. Es decir, que las empresas contratan mano de obra barata porque así conviene a sus intereses.

Al mismo tiempo, el gobierno no invierte más recursos en educación. Pues hay cuestiones "más urgentes". Lo que es más, muchos legisladores presionan a las universidades públicas para que justifiquen su presupuesto si es que quieren recibir más (aunque generalmente reciben cada vez menos).

Y luego se preguntan por qué existen cada vez más jóvenes sin empleo ni educación. Y que se escuchen frases cómo: ¿Para qué estudiar si no encuentro trabajo? Que irónicamente dan como resultado la deserción escolar y dificultad para emplearse, para lo cual hay otra frase muy sonada: Total, si no encuentro trabajo aunque sea vendo pepitas... De ahí el boom de la piratería y la economía informal.

Más allá de la cuestión económica, la educación nos provee de diversas habilidades que amplían nuestras opciones, no sólo en el campo laboral, sino en nuestras relaciones sociales también. Muchas personas no estudian para obtener dinero o un puesto destacado, sino por la simple pasión de adquirir un conocimiento con el cual pueden ayudar a muchos. Eso da satisfacción y realización personal.

Más que un buen empleo, lo que se pierde con la deserción escolar es una oportunidad de éxito personal que difícilmente se recuperará.

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